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Ni mártir, ni sacrificada

Muchas conversaciones con mujeres que no son mamás, giran alrededor de cómo mi vida debe ser muy compleja, de cómo no alcanzan a imaginarse por todo lo que debo pasar diariamente para ser buena madre, esposa, hija, trabajadora. Siempre me dicen que me admiran por «ser capaz» de lidiar con todo eso y no estar un poco loca.

En general agradezco mucho que me admiren ¿quién no? pero no por esos motivos en realidad, porque desde ese punto de vista, esa admiración depende directamente de un concepto de sacrificio que está incrustado en el oficio de ser mamá y pues no, no es así. Desde ningún punto de vista me siento una mujer sacrificada por el hecho de tener tres hijos, ser esposa y trabajar, porque además, soy mucho más que eso.

El hecho de tener tres hijos, de tan distintas edades, obviamente es un reto, un reto que yo decidí asumir, por eso no lo considero un sacrificio. Claro, una mamá deja de hacer muchas cosas, pero todos dejamos de hacer cosas en determinados momentos de la vida y eso no es un sacrificio, es un proceso. No vivo lamentando no estar de fiesta, o de paseo, o de compras. No vivo en función de lo que no hago, sino de lo que sí puedo hacer y disfrutar en estos momentos de mi vida, y si quiero algo diferente, pues lo busco.

Si hay algo que tengo claro es que no quiero pasarles mis culpas y miedos a mis hijos, tampoco que ellos vivan con la sensación de que me deben algo. La decisión de ser mamá fue mía y asumo todo lo que ello implica. Entonces no es un sacrificio y tampoco soy una mártir por eso.

Claro, no todo es felicidad, sonrisas y buenos vientos, cada día es un reto, cada día debo lidiar con tres hombres en formación, que además tienen que lidiar conmigo, mis emociones, mi carácter, mis dificultades. Todos estamos aprendiendo, todos nos complementamos. JuanSe es quien más me conoce, hablamos de mucha cosas y hace tiempo se dio cuenta que tengo más defectos de los que aparento, pero también más cualidades. Vivimos una linda etapa de camaradería, en la que la palabra reza más que los regaños.

Todos los días capitalizo los recuerdos que me quedan con ellos, quiero que se queden bien grabados en mi memoria para cuando ya no estén conmigo, porque sí, se van a ir en algún momento (eso no es fácil de entender, hay que repetirlo para interiorizarlo). Cada sonrisa, cada apunte ingenioso, cada mirada, cada abrazo lo vivo intensamente, eso es lo que vale, el resto son efectos colaterales que igual disfruto, porque también salgo o salía con las dos amigas de la vida, hago las cosas que me gustan y cada vez disfruto más hacer las cosas que en apariencia son aburridas, como arreglar la sala, la cocina, mantenerlo todo limpio (obsesiones) y volver a mi blog de vez en cuando, eso también me hace feliz.

1 comentario en “Ni mártir, ni sacrificada”

  1. No hay mayor realidad, los hijos son los regalos de Dios para nuestras vidas y cómo tal los disfrutamos y damos gracias a Dios por habernos concedido el maravilloso regalo de ser Madres…… llenitas del amor de Dios para darles a esos hermosos retoños de nuestro vientre.

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