Adolescencia, jóvenes, mamás

¿Suegra?

El hecho de ser una madre joven de un hijo adolescente, no me hace necesariamente la mujer más tolerante frente a ciertos temas, contrario a lo que muchos piensan hay cosas que me chocan y que aveces trato de disimular, y otras que definitivamente no aguanto.

Como a cualquier madre del mundo, ver a mi hijo crecer e interesarse por el sexo opuesto me ha fascinado, pero también ha sido una experiencia aterradora, el término puede sonar exagerado, pero no encuentro otra palabra para definir el momento en el que tuve que reconocer que ya no era el centro de atención para él, y que sencillamente me había desplazado por cualquier muchachita recién aparecida.

De los miedos de mamá que mencioné en alguno de mis post (http://bit.ly/1LOwtli), este ha sido uno de los que más me ha afectado, tal vez porque era mi primogénito, tal vez porque toda mi vida estaba abocada a él, o tal vez simplemente porque mi espacio de seguridad se vio vulnerado por una total y casual desconocida.  Cualquiera de estas razones, no disminuye en ningún sentido la sensación de abandono que experimenté cuando empezó a salir, a hacer planes, a comprarle detalles, en resumen a NO depender de mí.

Sentía que ya no me necesitaba, que todo el tiempo juntos se había ido a la basura, de un momento a otro me convertí en solo su mamá, ya no era su compañera de viaje y de aventuras.

Así fue pasando el tiempo, sus actitudes fueron cambiando, lo desconocí en muchos sentidos, y a pesar de ser una mamá joven, que la tenía clara, que sabía que todo esto iba a pasar, que debía reconocer que eso era normal, pues no fue así. Muchas veces me pasé de «intensa», quería saberlo todo, controlarlo todo, entenderlo todo, quería saber la razón, la causa y las consecuencias de cada uno de sus pensamientos, me sentaba por horas a mirarlo, tratando de establecer una conversación con él, tratando de ser su «amiga» y nada funcionó. Mi hijo estaba descubriendo su propia vida y yo tendría que empezar a redescubrir la mía.

Tuve que contener muchas veces el llanto, refugiarme en mis abandonados pasatiempos, empezar a pensar en mí para dejar de agobiarlo con mis necesidades, porque eran mis necesidades, mis angustias, mis miedos, no los de él. Solo que tuvo que pasar algún tiempo para que por fin lo entendiera.

En el camino peleamos, lloramos, nos abrazamos y reconciliamos, después volvimos a pelear una y otra vez, él por sus razones y yo por las mías, pero al final de cuentas nunca dejamos de ser amigos, confidentes y compañeros de viaje, respetando siempre nuestra relación madre – hijo, porque como siempre digo, mis hijos realmente son mis maestros más sabios, ellos son los que me enseñan cosas nuevas cada día, Juan Sebastian me enseñó a quererme más, respetarme más, vivir más y mejor, para poderle enseñar a él lo mismo.

Gracias a esas muchachitas aparecidas, a esas casuales desconocidas (no han sido tantas), nos separamos un poco para poder aprender a respirar solos, pero nos unimos más en la fortaleza de la confianza, el respeto y la unión que solo la familia bien constituida puede lograr.

Hoy JuanSe tiene una novia muy linda, son felices juntos, pero a mí eso de ser la suegra no termina de convencerme del todo.

1 comentario en “¿Suegra?”

  1. Jajaja! ya te dicen suegra! no me imagino, debe ser un plan totalmente difícil, sobretodo por lo que cuentas, la unión que han tenido siempre y tu edad «tan cercana» a las relaciones de este tiempo. Pero sin duda mamá es mamá, no importa la edad que se tenga, el instinto y las ganas de protegerlo le ganan a cualquier mente abierta.

    Sin embargo redescubrirse está bien no? reconocer a la mujer en la que te has convertido.

    Beso.

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