jóvenes, mamás

Una difícil prueba

Una de las pruebas más difíciles que he vivido como mamá es la reciente enfermedad por la que acabó de pasar mi JuanSe. La fuerza, fortaleza de espíritu y confianza tambalean cuando ves a tu hijo sufrir y no puedes hacer nada para sanarlo, cuando todo está en manos de los expertos, tú única y poderosa herramienta es la oración.

Esta experiencia, aunque dolorosa me dejó varias enseñanzas, y digo me dejó porque gracias a Dios y a los médicos, salió victorioso de toda esta situación.

Aprendí que no soy dueña de las situaciones, aunque quisiera como mamá, tener el poder para solucionar la vida de mis hijos, no puedo y debo reconocerlo para poder tomar las mejores decisiones. Aveces en los momentos difíciles esto que parece obvio, no lo es tanto y solo quien lo vive es quien lo siente.

También debo reconocer que no soy tan fuerte como pensaba, solo que he aprendido a disimularlo muy bien. Me derrumbé a solas, en la Capilla de la Clínica, en algún pasillo, en el baño, muchas veces quise dejarme caer, porque no es fácil verlo sufrir y no poder nada, solo esperar y esperar a que mejore. Entonces lo único que te acompaña es la fe y la esperanza.

Muchas veces, en estos largos 11 días, me sentí impotente, inútil, yo solo estaba ahí, mirándolo, cuidándolo, velando su sueño, nada más, no podía hacer nada más.

Aprendí entonces a ser paciente, las bendiciones de Dios llegan en el tiempo que Él lo disponga, y así fue, sano poco a poco, como un milagro se recuperó más rápido de lo que pensábamos y sin ninguna consecuencia a largo plazo.

Como mamá quisiera ser tantas cosas que no soy, además de doctora o enfermera, me chocó mucho no ser más divertida, en este tipo de situaciones, mi escaso sentido del humor no sale a flote, suelo preocuparme mucho y mi cara y actitudes no lo disimulan, lo cual no es muy favorable para la recuperación de un enfermo. Debo aprender a ser más conversadora, menos inflexible, más tranquila.

Esta experiencia me permitió reconocer que la soledad no es tan mala si estás cogida de la mano de Dios, en estos días, hubo momentos de soledad, superados solo con la oración y la compañía de mis hijos y Carlos, el verdadero súper héroe de mi vida, sus palabras me abrazaron cuando más lo necesitaba.

Nunca perdí la FE y la esperanza, pero la mente es maliciosa y quienes te rodean también, por eso preferí alejarme de los comentarios, de las palabras de «aliento», de los «consuelos» desinformados, y mantenerme en pie esperando la victoria, y así fue.

Lo mejor de todo fue pasar tanto tiempo a su lado, aveces la vida nos va llevando a su antojo y vamos perdiendo esos espacios para conversar, o simplemente para estar, y en estos días pudimos hacer todo eso, conversar, callar, reir y simplemente estar juntos. Él sabe cuanto lo amo y yo sé que su mirada, su hermosa mirada aún después de 18 años me sigue llenando la vida, como la primera vez que lo vi.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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